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    2019-06-24

    Si recordamos que la edición de El fistol del diablo es de 1887, y que la de Los bandidos de Río Frío de 1891, podemos deducir que en sus últimos años de vida, Payno concibió y planteó su idea del proceso histórico nacional en el que la tradición mexicana y la modernización nacional logran al fin una periodicidad temporal que hoy entendemos como diferentes etapas nacionales: el México antiguo, la Nueva España, el México independiente —en ocasiones ocupado por los Estados Unidos y Francia— y el México moderno. En sus años postreros, de pasmosa creatividad literaria, Payno entendió con angustia y resignación que en México la misión de cada etapa nacional es destruir la anterior. Payno no se equivocó: Pyridostatin weight pocos años de su muerte, la Revolución de 1910 destruyó los fundamentos socio-culturales que legitimaron la dictadura de Porfirio Díaz.
    La poesía de Laura Méndez de Cuenca puede dividirse, aun sin ser conocida en su totalidad, en tres etapas: la primera se constituye con sus poemas iniciales, escritos en su juventud y publicados en el periodo 1873-1875; hasta ahora se conocen ocho poemas originales. La segunda etapa es la más amplia e importante de su producción en verso, abarca el periodo 1884-1905, y hasta la fecha se han localizado poemas originales. La tercera y última etapa incluye por ahora los ocho poemas originales escritos durante el periodo 1915-1928. Este corpus de la poesía original, integrado por 60 poemas, se complementa con el conjunto de sus traducciones, a las que denominó “versiones libres”, pues a veces ensayó la traducción, en otras imitó el estilo y los ritmos del modelo, cuando no hizo labor de verdadera composición como si se tratara de un poema original. Tradujo o recreó en castellano 20 “versiones libres” de igual número de poemas traducidos del inglés, italiano, francés, latín, griego y alemán.
    Entre 1923 y 1925, Lawrence hizo tres viajes a México, aunque su estancia en el país a lo largo de esos tres años no rebasó los once meses. Además de breves estancias en la ciudad de México, recorrió la costa occidental desde Sonora hasta Oaxaca. Lo que buscaba insistentemente aquí, como ya lo había hecho antes en el sur de Estados Unidos, era encontrar el lugar propicio para realizar el ideal más consistente en toda su vida: un sueño, una utopía, que la vieja y exhausta Europa no le ofrecía la posibilidad de realizar. América era ese nuevo continente que todavía no había sido devastado por la fría racionalidad de Occidente, por su fagocitante compulsión técnica, por esa obsesión de progreso que no sabía responder a Serum dependence preguntas tan simples como ¿para qué o hacia dónde? América era entonces, para Lawrence, esa ilusión, de raigambre spengleriana, que alimentaría también las fantasías de una vida nueva, más íntegra y más humana en muchos otros escritores europeos. Ante la inevitable “decadencia de Occidente”, ante la necesidad de salvar esa esperanza de una espiritualidad que se veía amenazada por el avance de un pensamiento utilitarista y tecnocrático, surge en Lawrence el anhelo de América como el paraíso terrenal, como la tierra redentora. En una carta del 26 de octubre de 1915 (un poco antes del interdicto de su novela en Inglaterra), escribe a Harriet Monroe:
    ¿Hacer Historia o hacer Literatura? Es quizás una interrogante que ha despertado el genio de buen número de escritores del siglo xx; y es que la relación entre estos dos tipos de escritura es tan estrecha, como difusos los límites que las separan. Tan es así que el desarrollo de teorías que tratan de definir la historia se han gestado a la par de esta suerte de “boom” de lo histórico convertido en literario. En esta línea se desplaza una de las escritoras mexicanas más destacadas en la actualidad, Cristina Rivera Garza (1964), quien, desde su formación como historiadora, entra en terrenos de la creación con una sensibilidad que ha sabido conjugar dos visiones: la del historiador y la del artista de la palabra. De esta doble perspectiva surge su primera novela, (1999), con la que consigue el beneplácito de la crítica y afianza su lugar dentro de las letras mexicanas.