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  • Por ltimo una divergencia crucial

    2019-06-25

    Por último, una divergencia crucial entre los bestiarios y las historias naturales está en la característica glosa alegórica que condujo la lectura moral de la Istaroxime hydrochloride weight en el Bestiario; en la historia natural primó una lectura literal o “histórica” que se finca en la experiencia de los sentidos y el interés pragmático, aunque los animales no perdieron sus rasgos morales debido a que en su comprensión de la fauna tuvo un papel central la antropomorfización de la fauna. Incluso en Sahagún, cuyo compendio, como se mencionó, está regulado por la pretensión de explicar el dogma y conducta cristiana a los neófitos, no existe un rompimiento efectivo de los patrones descriptivos y pragmáticos a favor de una lectura simbólica o alegórica del reino animal articulado en la mentalidad nahua; a distancia describe los valores simbólicos de los animales entre los nahuas. Estas diferencias en torno a la lectura simbólica de la fauna pueden ser ilustradas mediante tres descripciones del pelícano. La primera corresponde al Fisiólogo, la segunda a Hernández y la tercera a Sahagún: Es claro que esta descripción no se refiere al pelícano tal cual lo pueden representar los ojos o la experiencia naturalista; alude a una conducta en la que el ave aparece significando comportamientos humanos; sólo la lectura alegórica permite descifrar el sentido del texto. En el Fisiólogo la estampa del animal inicia con una representación de la apariencia y conducta de éste y continúa con el segmento de la exégesis alegórico-moral en el que se exponen los principios dogmáticos y éticos del cristianismo, extrayéndose así la substancia simbólica que subyace a la physis. La exégesis alegórica indica que el pelícano es Cristo y sus hijos los humanos que desobedecen al creador; luego, la sangre que cae sobre los vástagos significa que Cristo es la fuente de la vida, la Salvación. La referencia al pelícano o alcatraz de Francisco Hernández responde a la percepción y criterios de representación de esta ave que tienen los españoles del siglo xvi fincada no en los libros, sino en su experiencia: Para situar al lector frente al ave no es suficiente la denominación nahua (atótotl); Hernández se vale de la comparación con el pelícano de la cultura europea y establece que el que ha observado presenta algunas diferencias. Para completar el cuadro anota la utilidad que le dan los nahuas. Resulta claro que no hay aquí ningún ejercicio de lectura simbólica o alegórica de la naturaleza mexica o cristiana. La descripción de Sahagún no precisa a qué animal equivale el atótotl, palabra que en náhuatl es un genérico que se traduce como “gallina del agua” y que en esta taxonomía nahua denomina varias especies de aves: La descripción del franciscano no se reduce a dar las características físicas que identifican al ave; ante todo le importa notar que los nahuas le conceden poderes sobrenaturales sobre los humanos; así, las observaciones que registra el franciscano no son sobre el ave en sí, sino sobre el ave comprendida por los nahuas. Como se pudo comprobar, los cronistas pretendieron registrar la fauna mediante la observación empírica, aunque no siempre se hizo, y se apoyaron en textos que no fueron los bestiarios. Por supuesto hubo excepciones y en el caso de Sahagún, como se dijo, persiguió de manera programática plasmar la perspectiva de los nahuas. 1. Entre los cronistas y los autores de bestiarios prevaleció una concepción de la naturaleza semejante, aunque no idéntica pues entre los primeros había una actitud atenta a los fenómenos; no eran meros compiladores. El punto en común es la concepción de la naturaleza como regida por Dios; ella es la imagen velada de su sabiduría, su “espejo”. La realidad física no sigue leyes propias, traduce los dictados sobrenaturales, el conocimiento está encaminado a descubrirlos, pero para enmendar su vida. Hay aquí un mundo duplicado en el que se halla una realidad física y una realidad “espiritual” que presentan rasgos en común. De ahí que “entender o explicar algo era para los pensadores de estos siglos mostrar que lo que se veía no era lo que aparentaba sino que era signo o símbolo de otra cosa distinta.” No se pretendió observar el universo para extraer un conocimiento cada vez más preciso y profundo, sino contemplarlo para ver cómo se manifiesta la obra de Dios y, entonces, conocerlo y glorificarlo. Esto significaba también que la naturaleza fue considerada como una fuente de enseñanza moral, pues en ella se escenifica la lucha cósmica entre el Bien y el Mal; en este marco, los animales representan el antagonismo entre estas grandes fuerzas cósmicas. Si la naturaleza aparece como un mensaje de Dios a los hombres, del que se extraen las normas que deben regir el pensamiento y la conducta humana, entonces el estudio de la fauna en sí misma, dado que se consideraba que el animal no tenía alma, que sólo reflejaba el poder de Dios, no resultaba útil ni deseable para la Salvación; rozaba los límites de la idolatríao cuando menos, dicen los cronistas era vana “curiosidad”. Por otra parte es importante señalar que hay una profunda vinculación entre todas las criaturas del mundo que, finalmente, lleva a una perspectiva antropomórfica de la fauna.